Hace 90 años…
México daba sus primeros pasos hacia el desarrollo económico formal. En aquel entonces, tomar decisiones sobre dónde invertir, qué sectores impulsar o cómo distribuir recursos era poco menos que un juego de adivinanzas. Fue en este contexto que surgió la necesidad de algo fundamental: conocer la realidad económica del país. Así nacieron los censos económicos, de la mano de un incipiente Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).
El origen de una herramienta invaluable
Todo comenzó en 1930, cuando el primer censo económico intentó medir algo que parecía inabarcable: las actividades productivas del país. Con métodos rudimentarios y una logística titánica, se creó un panorama inicial de cómo y dónde se movía la economía. Desde entonces, la evolución no ha parado.
Hoy, el INEGI no solo realiza censos económicos cada cinco años; también ha integrado tecnologías avanzadas, como la digitalización de procesos y el análisis geoespacial. ¿Te imaginas tener en tus manos datos tan detallados como la cantidad de negocios en cada colonia, sus giros, niveles de ingreso y hasta los desafíos que enfrentan? Esos datos están ahí, esperando ser utilizados.
Por qué esto importa para ti
Empresas de todos tamaños, emprendedores y hasta gobiernos han encontrado en los censos económicos una brújula para tomar decisiones estratégicas. ¿Abrir un nuevo restaurante? Consulta cuántos hay en la zona. ¿Expandir tu negocio de tecnología? Mira qué estados están invirtiendo más en digitalización.
El INEGI y sus censos no son solo estadísticas; son historias de éxito esperando ser escritas. ¿Qué harás con los datos que tienes a tu alcance?
